viernes, 10 de octubre de 2014

Mejor no te muerdas la lengua...

La picadura de abejas dejó de ser simplemente una incómoda punzada con efectos inflamatorios. Hoy, la apitoxina, veneno de la abeja, que inocula a través de su aguijón, se constituye en el fundamento de un tratamiento médico llamado apiterapia. La base de la apiterapia es el aprovechamiento de las propiedades que posee la apitoxina y otros productos de la colmena para mejorar o mantener el estado de salud de los pacientes que se someten a esta terapia.

Los componentes del veneno de la abeja pueden influir, positivamente, en el proceso de algunas enfermedades degenerativas. Los beneficios de la apitoxina van desde corregir y levantar el sistema inmunológico, hasta estimular la hipófisis para poner en marcha todo el sistema glandular. Por otro lado, ayuda también a bajar la presión arterial, disminuye el azúcar en sangre, previene infartos y estimula el rejuvenecimiento celular, al obligar al cuerpo a eliminar células viejas. La apiterapia muestra los mejores resultados en enfermedades osteo-articulares, ya que la apitoxina regenera los tejidos, saca el dolor y desinflama.
Hoy se pueden encontrar apiterapeutas a lo largo y ancho de todo nuestro país: Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Neuquén, Córdoba, San Luis y Tucumán, son algunas de las provincias donde se puede realizar esta terapia.

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