La
picadura de abejas dejó de ser simplemente una incómoda punzada con efectos
inflamatorios. Hoy, la apitoxina, veneno de la abeja, que inocula a través de su aguijón, se
constituye en el fundamento de un tratamiento médico llamado apiterapia.
La base de la apiterapia es el aprovechamiento de las propiedades
que posee la apitoxina y otros productos de la colmena para mejorar o mantener
el estado de salud de los pacientes que se someten a esta terapia.
Los
componentes del veneno de la abeja pueden influir, positivamente, en el proceso
de algunas enfermedades degenerativas. Los beneficios de
la apitoxina van desde corregir y levantar el sistema inmunológico, hasta
estimular la hipófisis para poner en marcha todo el sistema glandular. Por
otro lado, ayuda también a bajar la presión arterial, disminuye el azúcar en
sangre, previene infartos y estimula el rejuvenecimiento celular, al obligar al
cuerpo a eliminar células viejas. La apiterapia muestra los mejores
resultados en enfermedades osteo-articulares, ya que la apitoxina regenera los
tejidos, saca el dolor y desinflama.
Hoy se pueden encontrar apiterapeutas a lo
largo y ancho de todo nuestro país: Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Neuquén,
Córdoba, San Luis y Tucumán, son algunas de las provincias donde se puede realizar esta terapia.
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